
El ganador del pasado Tour de Francia se convirtió en el protagonista en Portimao después de que la intensa lluvia impidiera rodar a los monoplazas: "Fernando me ha enseñado el box, es impresionante"
Por un momento, el ahora serio y reconcentrado líder del equipo Cervelo, Carlos Sastre, recuperó la alegría que destilaba hace diez años, cuando era casi un niño aspirante a estrella en el equipo ciclista ONCE. Y su cuñado Chava Jiménez, paradójico rival en el Banesto, explotaba como gran escalador en la Vuelta a España. El ganador del Tour de Francia 2008 cumplió ayer en Portimao uno de sus deseos íntimos, sentarse en un Fórmula 1: "Gracias a Fernando, que nos ha enseñado todos los secretos de su box, he podido sentarme en su coche. Es impresionante verte allí, para alguien que le gusta el motor como a mí es un auténtico sueño". El nuevo R29 es estrechísimo y al muy menudo Sastre le costó meterse.
La impenitente lluvia dejó al circuito sin acción. El trazado permaneció cerrado porque el helicóptero médico no podía despegar. Y eso convirtió en la noticia del día el compromiso de Fernando con Sastre. La estrella española se entrenó el martes con ellos y de ahí salió el acuerdo de acudir al trazado portugués ayer: "La pena es que nos haya hecho este mal día, porque no hemos podido verle rodar", comentaba Sastre. A las diez de la mañana comenzó el tour por las entrañas del box de Renault. Alonso atendió a los 50 corredores y corredoras en dos turnos, de 25 cada uno, que camparon a sus anchas junto al R29, para asombro de sus mecánicos.
Uno de los más alucinados era Íñigo Cuesta, 39 años, un gregario de lujo para Sastre: "El volante es espectacular, no sé cómo no tienen más accidentes, teniendo que controlar tantas cosas yo me saldría seguro de la pista. Fernando se entrenó con nosotros el otro día y hay que ver cómo aguantaba el tío. Podría haber sido ciclista de haber querido porque no fuimos despacio, a 37 km/h de media. Hasta nos llegó a demarrar y ahí se ve que es un ganador nato. Tiene un espíritu competitivo fuera de lo normal". Fernando no paró de resolver las dudas que le planteaban: "En la F-1 siempre hay alguien al lado del monoplaza, también por la noche, para que no lo espíen. Es como si tú durmieras junto a tu bicicleta. ¿Amigos en la F-1? Es muy difícil tener una amistad, hay demasiada presión. No solemos felicitarnos las fiestas". A los ciclistas les gustó todo, hasta las zapatillas de rayas naranjas de Alonso, que terminó por regalárselas a una de las integrantes del equipo femenino.
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